La extensión del mercado ha alcanzado gran parte de los aspectos de la existencia: la procreación, la salud, la educación, el ocio… ¿qué no ha sido asimilado y reconfigurado para ingresar en la escala de valores e intercambios monetarios? La ciudad, la polis, el espacio común del debate público ¿ha sido sustituida por la producción y el consumo?, ¿Ocupan ahora el centro del lazo social?
Esta “absolutización del mercado”1Lacan. J. De Otro al otro. Pág. 34, su inclinación a la totalización, ha sido la condición necesaria en el sistema capitalista para la generación de la plusvalía. Término de la economía política que nombra un excedente en la producción susceptible de ser extraído y contabilizado, dando origen al capital.
Lacan sirviéndose del término de plusvalía desarrolló el concepto de plus-de-goce, ubicando un momento decisivo a nivel del discurso que regía la estructura de la vida social: El plus de goce deja de ser cedido al campo del Otro. El sacrificio de ese objeto a Dios es reemplazado por su acumulación. Esta “mutación capital”2Lacan, J. El reverso del psicoanálisis. Pág. 181 ha dado origen a un nuevo orden social.
Como refiere Miller3Miller, J.-A. Todo el mundo es Loco. Pág. 17, en la producción actual no se trata de objetos de la necesidad, siempre limitada y repetida. Tampoco del objeto como causa de deseo, que si bien está marcado por la variabilidad también está ligado a la singularidad, a lo irrepetible, a un agalma propio. Sino que, acompañado por el avance de la tecnología, la producción de mercado se ha ido desarrollando cada vez más en una explotación del goce. Lo que Lacan llama “plus de goce de imitación”4Lacan, J. El reverso del psicoanálisis. Pág. 86. son objetos que intentan oficiar de tapón a la falla estructural del ser hablante y que tienen la propiedad de ser indiferenciados, de caducidad rápida y adictivos.
En este privilegio del objeto -ocupando el cenit de lo social-, el sujeto pierde la referencia al significante amo que lo representa, su diferencia, su “tarjeta de presentación”. Pasando al lugar de “unidad de valor”5Idem. Pág. 216., aquello susceptible de estar en el mismo conjunto de la mercancía, lo que se conoce desde hace algunas décadas bajo el nombre de capital humano. Mientras que el significante amo elidido ¿retorna de un modo autoritario? ¿Acaso se vuelve tanto más incuestionable cuanto nadie lo encarna? Así parece indicarlo los imperativos de productividad que solicitan la flexibilidad, la proactividad y la adaptabilidad del sujeto dentro de en un sistema económico fluctuante. Donde la exclusión es un riesgo constante.
La razón liberal se ha desarrollado junto a la creencia de que el mercado es la única institución humana con la cual todas las otras deben medirse. Por estar sostenida en el cálculo del coste-beneficio, en un cientificismo inapelable, el pragmatismo de mercado se autovalida según los resultados. En tanto su exigencia de eficacia deja atrás cualquier otra intención, doctrina o principio.
La verdad ¿ha quedado como una referencia vacía?, ¿Acaso subsiste bajo el estatuto de la opinión? La pregunta por los fundamentos, por lo que funda un discurso, ha sido desplazada por lo que puede funcionar en cada momento para tratar de lograr el encuentro del sujeto con el objeto. Llevando para ello un ejercicio de evaluación permanente de los resultados, que a su vez reinicia el circuito productivo.
Nos preguntamos sobre las incidencias en la práctica analítica. Cuando la demanda al analista se encuentra hoy menos dirigida a la suposición de saber sobre la verdad del síntoma, “¿por qué me pasa lo que me pasa?”. Y más enfocada en la pregunta de “¿cómo hacer?”, remitiendo a la experiencia misma y refractaria a la elucubración de saber. Una demanda de saber-hacer de manual.
Y fundamentalmente ¿Cómo incide en el practicante mismo? Sobre los tiempos necesarios para la formación frente a la aceleración de la civilización. Sobre la lógica de la propia autorización del analista (que no es sin los otros) en contraposición a los ideales de autoemprendedurismo (que es sin Otro).
Lacan, anticipando el devenir que tendría la civilización a partir de leer las líneas de fuerza que ya estaban desarrollándose, orientó el último tramo de su enseñanza a una práctica del psicoanálisis acorde a nuestra época.
La “pragmática del psicoanálisis”6Miller, J. Todo el mundo es loco. Pág. 289., como la llamó Miller, es una respuesta frente al Otro que no existe. Lacan al definir en los años 70 al goce del síntoma como excluido del sentido, la verdad -por estar ligada al sentido- no puede más que mentir. Este goce no puede ser nombrado, no se enuncia con palabras. Nuestra pragmática implica el uso del semblante como instrumento para cernirlo y localizarlo. Permitiendo la distancia suficiente para acercarse a ese punto irreductible que es el núcleo del síntoma. Que es lo más singular de cada ser hablante. Y con el que cada quien tiene la chance -a través de la experiencia analítica- de saber arreglárselas.
Ejes temáticos:
- Objeto plus de goce y lazo social.
- Imperativos de productividad.
- El estatuto de la verdad en la era del mercado
- Pragmatismo de mercado y sus incidencias en la formación del analista.
- La demanda al analista hoy.
- Pragmática psicoanalítica.
Bibliografía:
- Lacan, J. El seminario. Libro 16. De Otro al otro. Paidós.
- Lacan, J. El seminario, libro 17. El reverso del psicoanálisis. Paidós.
- Miller, J-A. Todo el mundo es loco. Paidós.
- J.-A Piezas sueltas. Paidós.
- Miller, J.-A. Un esfuerzo de poesía. Paidós.
- Miller, J.-A. Notas sobre la vergüenza. Revista Freudiana. N° 39
- Alberti, C. Psicoanálisis en la Ciudad. Revista Freudiana. N°79
- Berenger, E. El plus de gozar en el puesto de mando. La racionalidad neoliberal. Revista Freudiana. N° 68
- Dupont, L. La verdad se pinta los labios. Revista Ciudad Analítica N° 5.