Agradezco en primer lugar a los colegas de Hemeroteca y de Publicaciones; también a mis colegas del Comité de Orientación que me han invitado a presentar la Grulla. Esta Grulla en particular que es el producto de un gran trabajo, orientado, coordinado, decidido, sostenido y sobre todo audaz. Un trabajo que ha caminado como el funámbulo -figura predilecta de Lacan- sobre el hilo del deseo, entre abismos de riesgo permanente.
Esto que he dicho, podría decirse de cada número de Grulla, cada uno, a lo largo de casi veinte años.
Grulla es una serie que se escribe, que no cesa de escribirse y en este sentido, cada número es una marca más que se agrega. Por un lado, podemos leer en esas marcas como una historia, la historia del CIEC como Instituto asociado al Campo Freudiano. Sus permutaciones y sus mutaciones. Lo que va cambiando en la diacronía de tiempo y lo que no cambia, lo que permanece inmutable. También en este sentido hay otra lectura. Ya no tanto en la serie que se despliega si no en la iteración. Es la dimensión de resto que habita lo escrito cuando tomamos la orientación de Lacan. Hay detrás de la serie de las Grullas, lo que de una comunidad insiste y logra así -de manera contingente- hacer pasar algo de su trabajo al Otro: el Otro del Campo Freudiano, de la AMP y al mismo tiempo al Otro de la civilización y de nuestra ciudad. Es un esfuerzo, es una potencia libidinal colectiva, un empeño insensato: el de hacer existir el Psicoanálisis en el mundo contemporáneo.
Pero si Grulla es una serie, es a la vez un conjunto abierto en el que cada uno de sus elementos puede leerse por separado, en su singularidad. Cada número de Grulla -aunque no tienen número- es único, incomparable, atrapa un trocito de real, de un instante que no volverá a repetirse. Cuando aparece, es una joya más para la colección. Entonces, nos regocijamos. Por supuesto, de manera parcial. La colección no está completa. Al menos por ahora.
Serie o colección, pléyade si se prefiere, cada Grulla conmemora un Seminario Internacional, el pequeño/gran acontecimiento del CIEC que ocurre cada dos años. A diferencia de los laureles que supimos conseguir, El Seminario Internacional no tiene la aspiración de ser eterno pero sin duda hemos sabido y sabemos hacerlo. ¡que nadie nos pregunte cómo! Si bien, hay un saber que se trasmite de una gestión a otra -esa forma un poco degradada del saber que es la experticia o el oficio- de lo que se trata, siempre, es del saber hacer, pues cada vez, la ocasión pide la invención. ¡Y valla que lo fue esta vez!
Como sea, el Seminario es Internacional y está allí para recordarnos que somos internacionales. Porque somos psicoanalistas y pertenecemos a un movimiento que fue fundado como trans-nacional y trans-liguistico. No es la geografía, es la topología. Cada vez tenemos un invitado a dar el Seminario. Se busca que ese invitado sea extranjero (de otro país, de otra lengua), pero a sabiendas de que somos todos extranjero respecto del indecible que habita en nuestro cuerpo, ese que al decir de Lacan, es nuestro propio goce. El Seminario Internacional -como una botella de Klein- trae el mundo a Córdoba y pone a Córdoba en el mapa del mundo.
Entonces, esta vez: Oscar Ventura. Discurso Sexual. El psicoanálisis en los debates actuales.
De nuestro invitado: no querría redundar en la información que pueden encontrar en la solapa de la revista. Solo destacar que el encuentro de trabajo con él -que fue más extenso que lo que está publicado- fue placentero, distendido, enseñante y alegre. Encontraran eso reflejado como fondo libidinal de esta Grulla.
Del Seminario en si: la pertinencia del tema y el titulo no está dada solo por la evidencia de lo que está en el aire de la contemporaneidad. Lo que respiramos todos los días. También es un seminario orientado políticamente por dos cuerdas que lo anudan: una, el horizonte que marca la próxima Gran Conversación de la AMP, “La mujer no existe” que tendrá lugar entre el 31/3 y el 2/4 de 2022, la otra cuerda es el movimiento lanzado por Miller en 2017 al que denominó “Campo Freudiano año cero”. Este movimiento propone un desafío para todos los analistas de la Orientación lacaniana -nuestra orientación- el de llevar el psicoanálisis al terreno de la política. Se trata, no ya de interpretar la época – cosa que los analistas hacen desde Freud y su Malestar en la Civilización- si no de encontrar la manera de que el psicoanálisis pueda incidir políticamente. ¿Cómo se hace eso? Estamos en un tiempo de interpretar, de inventar, de hacer cosas nuevas, con la prudencia que hoy pide… audacia. Un paso más en nuestra formación: ajustar nuestro decir para hacer pasar la novedad que muchos no quieren escuchar: hacer existir el inconsciente en el siglo XXI. No dimitir, no negociar nuestros principios. No rendir nuestras armas, por el contrario -como guerreros aplicados- afilarlas todos los días.
Esta ha sido para mi, la mejor lección, el saldo más preciado que dejó la relectura de lo que hoy publica Grulla. El argumento, el prólogo, el seminario y el debate que se suscitó entre los colegas. Algunas conclusiones… ¡muchas herramientas! Herramientas que se acomodarán a la mano de cada lector.
Fui advertido por mis colegas de no repetir lo que Oscar Ventura había dicho en el Seminario. Bueno… eso despierta la tentación y como decía Oscar Wilde, si hay algo que no puedo resistir…es la tentación. Así, extraigo un puñadito que me resulta bastante tentador:
- La crítica al pansexualismo que se le imputa al psicoanálisis.
- La defensa férrea de la inexistencia de un lazo predeterminado entre la pulsión y cualquier objeto.
- No hay patriarcado, hay capitalismo.
- La identidad -que tiene carácter segregativo- es vacía, lo que viene a llenar ese vacío son las identificaciones del sujeto.
- El psicoanálisis llevado a su final objeta esas identificaciones en pos de otro tipo de identidad, la identidad sintomal, lo más singular de cada no.
¿Quieren más? Hay más. Mucho más. Los invito a descubrir estas herramientas, a apropiárselas, a usarlas en la batalla que mañana -como todos los días- continua.