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Reseña del Taller de investigaciones del Departamento de psicoanálisis y política

por 23/11/2023abril 23rd, 2024No Comments

El sábado 04 de noviembre, el Departamento de Psicoanálisis y Política del CIEC se reunió en el Auditorio para realizar un Taller de Investigaciones cuya premisa -tan enigmática como desafiante- fue: “Asegurar lo imposible”.

En la apertura, Alvaro Stella jugando con una cita de Lacan del Seminario 17 “un poco de vergüenza en la sala” animó a los participantes a franquear la vergüenza que supone soltar la hoja de papel escrita, las citas y tomar la enunciación a nombre propio. Modo de despertar para intentar transmitir el punto más vivo que atraviesa a cada uno.

Así, sin libreto pero no sin orientación, los siete grupos, cada uno con su sesgo singular, se sucedieron a lo largo de la jornada haciendo escuchar sus preguntas, sus recorridos, sus hallazgos. Cada mesa giró en torno a algunos puntos, privilegió un aspecto sobre otros. Al mismo tiempo, la conversación de cada una de las mesas se fue engarzando con la otra como anillos singulares de una misma cadena que intentan bordear lo real, inventar modos de bien decir cómo asegurar lo imposible.

El grupo “Los tiempos que corren”, coordinado por Carolina Aiassa, propuso algunos elementos claves para interpretar los impasses de la civilización: la despatologización; el empuje a la autodeterminación: “soy lo que digo ser”; la felicidad como un factor de la economía y la política; la oferta ilimitada de objetos de consumo que prometen llenar el vacío del sujeto contemporáneo. ¿Cómo pensar la acción lacaniana a la altura de la época? El analista como agente de un imposible o como aquel que introduce una pausa cuando todo va muy rápido fueron algunas de las pistas que decantaron.

“Cada uno en su mundo”, grupo coordinado por Josefina Elias, se preguntó sobre las identificaciones en la época: ¿De qué se toman los sujetos hoy para identificarse? Los reels, tik tok, los influencers brindan pequeñas soluciones, respuestas prêt-à-porter de lado de la primacía del yo y la inflación imaginaria, identificaciones tan rápidas como lábiles.

El grupo “2021 Año trans”, coordinado por Martha Sivadon, hizo resonar el valor de los imposibles: educar, analizar, gobernar y hacer desear, como herramientas contra el falso discurso capitalista. Falso, porque a diferencia de los cuatro discursos establecidos por Lacan que incluyen lo imposible, el discurso capitalista lo forcluye en una circularidad sin pérdida. Se ubicaron distintos imposibles en relación a los trans. El discurso trans (distinto del sujeto trans), capturado hoy por el discurso capitalista, rechaza los imposibles pero al mismo tiempo -y aquí la paradoja- no hace otra cosa que patentizar la imposible adecuación del parlêtre con su cuerpo y con su goce, asegurando lo imposible en su misma forclusión. ¿Qué cuerpo es el cuerpo del sujeto trans? ¿Cuerpo socializado o cuerpo individual? La poesía de una joven trans, G. C. Vivinetto, y el testimonio de M. Missé, quien detransicionó, dieron voz al sujeto trans. El camino de la experiencia analítica permite ir de la impotencia a la imposibilidad, con el alivio que ello implica.

El grupo “Las mutaciones del discurso del amo”, a cargo de Fernando Pomba y Nicolás Bailo, puso el acento en el carácter plural de las mutaciones de lo que se intenta que marche: el saber, la organización socioeconómica y el poder. ¿Dónde está el poder? ¿En la ciencia, en el capital, en las personas? ¿Cómo la pulsión juega su partida? Destacaron que de los cuatro discursos, el del analista es el único que no pretende dominar. ¿Cómo conversar con otros discursos sin ceder la orientación? Nos acercaron una propuesta: asegurar lo imposible desde el psicoanálisis en las instituciones; ser agentes de una palabra que incida en lo real no es un combate ni ideológico ni político, sino que se asienta -tal como lo enunció Christiane Alberti- en la condición analizante.

Siguiendo el ritmo animado de la conversación, donde las preguntas fueron protagonistas, el grupo “Fundamentos de una acción política orientada por el psicoanálisis de la orientación lacaniana”, coordinado por Antonia Caparroz, nos trajo las propias. ¿Cómo tomar partido ante la intolerancia reinante en el campo del Otro? ¿Qué asegura el discurso analítico? ¿Cuáles son las condiciones para que un analista incida en las instituciones públicas? La transferencia, como asunto de saber y de amor; la ética del psicoanálisis diferente de la moral; y el hacernos partenaire síntoma de la civilización, fueron las piezas clave que propusieron para pensar respuestas posibles. Tres ejemplos clínicos dieron cuenta de la diferencia entre el bien hacer del discurso del amo, que quiere que todo marche, y el bien decir del psicoanálisis, que toma en cuenta el principio del eso fracasa.

El grupo del “Laboratorio político clínico”, coordinado por Marco Alfieri, entró de lleno en la cuestión clínica: ¿Qué es un diálogo analítico? ¿Qué son los efectos analíticos? ¿Y la interpretación? Se precisó que si bien el psicoanálisis es solidario del “hablar hace bien”, no es lo mismo la escucha con y sin interpretación. Se diferenció el empuje a la felicidad de la época de la referencia de Lacan de que el psicoanálisis no es un progreso sino un sesgo práctico para sentirse mejor (Seminario 24).

El grupo “Política lacaniana”, coordinado por Silvina Sanmartino, fue el encargado del cierre. Siguiendo a J.-A. Miller, diferenciaron tres sentidos del sustantivo política: la política en general, el Psicoanálisis y su política y la política de la cura. Con respecto a la política del psicoanálisis, precisaron dos principios clave: no ceder ante el real en juego y no ceder ante el deseo. Y como no hay política sin ética, recordaron el trípode freudiano de la formación: análisis, episteme y control de casos. Resaltaron los efectos en la formación de los grupos de investigación y la disolución del mismo como política. ¿Cómo se articula lo imposible en relación a la política del psicoanálisis? Situaron dos imposibles: qué es ser un analista y qué es la transmisión en psicoanálisis, subrayando cómo estos imposibles nos causan al trabajo con otros.

Sin dudas, podemos decir que este taller fue un vivo ejemplo de ello, una experiencia enseñante a la altura de los tiempos que corren que lejos de ceder frente al real en juego en la formación, lo mantuvo activo.

Celina Coraglia